miércoles, 22 de octubre de 2014

CIELO NUEVO Y TIERRA NUEVA.

Inicio esta reflexión haciendo una referencia al libro del apocalipsis.

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más."
Apocalipsis 21:1

Al final de este libro el apóstol Juan tiene una visión clara del cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido a sus hijos. Pudiera parecer algo irrealizable e imposible, pues se sale de los parámetros de la lógica, pero no. Dios no miente, y sus promesas trascienden las fronteras del tiempo y del espacio.
En la carta a Tito, el apóstol Pablo haciendo referencia a ello, escribe lo siguiente:

“Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador”
Tito 1: 1-3

Dios nos ofrece por medio de Jesucristo una vida en abundancia que no se limita a los bienes materiales, sino que los trasciende hacia una realidad eterna e inmutable (que no cambia).
Los que Dios nos promete es “para siempre” y va más allá de lo que podemos asimilar o entender, pero eso no quiere decir que su realización sea imposible.
Por eso, pídele al Señor que sus promesas queden arraigadas en lo más profundo de tu interior para que las puedas creer con convicciones firmes así como las describe la carta a los hebreos.
Necesitamos tener esa convicción sobrenatural que obviamente no proviene de la lógica, sino de Dios.


“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve...   Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.
Hebreos 11:1,3

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Hebreos 11:6


Al igual que Abraham, hemos de poner nuestra mirada en la “patria definitiva”.

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”
Hebreos 11:8-10


Es necesario que tengamos la certeza que nuestra ciudadanía no pertenece a este mundo, sino al cielo. Pero, como lo repito, hay orar por esa convicción sobrenatural como la tenía Pablo.

“Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Filipenses 3:20-21

Volviendo al tema de la reflexión, nos damos cuenta que  la visión descrita por Juan en el apocalipsis es lo que 700 años antes, Dios por medio del profeta Isaías había anunciado:

"Porque he aquí yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no vendrá más a la memoria, ni más vendrá al pensamiento."
Isaías 65:17.

Aquí nos percatamos como toda la Biblia está conectada entre todos los libros que la componen, dándonos a entender que Dios es su único autor quien inspiró a los escritores.

Continuemos...

En ese lugar prometido habrá una ausencia total de dolor, enfermedad, tristeza y angustia. Parecería algo utópico, pero es verdad. Es la vida eterna y plena a la que los hijos de Dios estamos destinados.

"Enjugara Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron."
Apocalipsis 21:4


¿Qué son las “primeras cosas”?
Son las realidades presentes de la dimensión terrenal, así como también las consecuencias que se generaron en el mundo a partir de la desobediencia en el Jardín del Edén.
El ambiente que experimentaremos en ese lugar, es totalmente opuesto a lo que estamos acostumbrados a percibir con la lógica, los sentidos y las emociones.
¿Cómo será todo eso? No lo sabemos al detalle. En el apocalipsis solo se nos dan algunas aproximaciones adecuadas a nuestra comprensión lógica.

“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
2 Corintios 2:9

El hecho que no alcancemos a comprender “como” será todo eso, no quiere que decir que por eso NO sea real. Lo que pasa es que estamos tan acostumbrados a “absolutizar” nuestro razonamiento y pensamos que nuestra mente determina la “no – existencia” de lo que NO se comprende.
La trascendencia Dios y las realidades espirituales están más allá de lo que nuestra mente puede digerir o entender.

El apóstol Juan anonadado con esa visión impresionante, quedó aún más, cuando escuchó y escribió las siguientes palabras:

"Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas."
Apocalipsis 21:5

Es Dios mismo, quien dice estas palabras que son  garantía fidedigna que se cumplirán al pie de la letra. Desde el Antiguo Testamento se refleja esta verdad.
Podemos tener la plena seguridad que sus palabras son “fieles y verdaderas”. Dios no se puede contradecir a sí mismo.

“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”
Números 23:19

La invitación es para todos aquellos que la quieran poseer es vida abundante. Es de manera gratuita.

"Y me dijo: Hecho esta. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida"
Apocalipsis 21:6


¿Cómo saciar esa sed?
Es entregándole nuestra vida a nuestro Señor Jesucristo para que sea su GRACIA y PODER quien la transforme. Veamos algunos textos que lo atestiguan:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”.
Juan 3:16

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”.
Juan 5:24

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
1 Juan 1:9

“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Romanos 10:9

“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna”.
Juan 6:47

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Apocalipsis 3:20

“Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”
Juan 1:12

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.
Juan 3:36

“El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.
Juan 3:18

Se trata de una invitación que está vigente ahora para todos los que quieran recibirla; pero aquellos que se nieguen no la podrán tener. Por eso nuestro Señor Jesucristo es muy claro al afirmar lo siguiente:

"Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda."
Apocalipsis 21:8

¿Quiénes son los cobardes?
Los que son esclavos de sus temores y como consecuencia no proceder de acuerdo a lo establecido por Dios.

¿Quiénes son los incrédulos?
Los que se niegan a creer en Dios y en la obra que Cristo hizo en la cruz a favor del mundo.

¿Quiénes son los abominables?
Los perversos, aquellos que practican toda clase de inmoralidades depravadas.

¿Quiénes son los homicidas?
Los asesinos.

¿Quiénes son los fornicarios?
Los que tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio.

¿Quiénes son los idólatras?
Aquellos que han sustituido a Dios por las personas o cosas.

¿Quiénes son los mentirosos?
Todos aquellos que no dicen la verdad. Sea con sus hechos o palabras. (Abarcan los hipócritas, los difamadores, los calumniadores, los corruptos, etc)


La Palabra de Dios ha sido clara al mostrarnos el destino eterno de los que creen y de los que no creen. En nosotros está la decisión donde pasaremos la eternidad.
Ahora estamos aquí, cumpliendo con la misión que Dios nos ha encomendado.
Hagamos lo que nos corresponde en la obra del Señor, porque todo cuanto hagamos para él no será en vano.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
1 Corintios 15:58


José Alfredo Liévano
Twitter.  @JAlfredoLievano  




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1 comentario:

Anónimo dijo...

Poderosa reflexion.