Dios nos ha encomendado
a cada uno de nosotros una misión específica sobre la tierra. La misión de iluminarla con su LUZ.
Nos dice nuestro Señor Jesucristo:
“Vosotros sois la luz del mundo; una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y
se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que
están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.”
Mateo 5:14-16
¿Cómo reflejamos la luz de Cristo?
Por medio de un estilo de vida apegado a sus mandatos, por medio de las palabras de exhortación,
edificación y consuelo que pronunciamos a los demás y por medio del servicio al prójimo en sus diversas áreas.
Nuestro servicio en la
obra del Señor no es con el propósito de exaltarnos a nosotros mismos o buscar
nuestros beneficios personales, sino todo lo contrario, es exaltar a Cristo y
buscar el beneficio de los demás.
Nuestro Señor
Jesucristo nos enfatiza nuestra responsabilidad de reflejar SU luz en medio un
mundo que yace en tinieblas como consecuencia de la rebeldía deliberada y
progresiva que hay en él.
No es verdad que “lo
mejor esté por venir”, cuando la humanidad en su mayoría ha rechazado la
Palabra de Dios. Es imposible que se generen consecuencias de bendición en un
mundo que le ha dicho un NO rotundo a Dios.
Imposible que se generen consecuencias de bendición mientras los
gobernantes de las naciones no reconozcan que deben de someterse al gobierno absoluto
de nuestro Señor Jesucristo y que deben de amoldar sus leyes a la Palabra de
Dios.
El mundo se encuentra a
oscuras, y por eso es necesario hacer conciencia que la única forma como “la
tierra será sanada” es arrepentirse de los pecados y reflejar frutos de
arrepentimiento.
La exhortación y las
condiciones que Dios pone están claras:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
2 Crónicas 7:14
Necesitamos hacer
entender al mundo que la única forma en que se librará de los juicios que
vienen, es volviéndose a Dios. ¡No hay otra forma!
Creo que la Palabra de
Dios es clara al respecto, pero la mayor parte de habitantes del planeta no quiere
oír pese a las advertencias. Los corazones se han endurecido y tal parece que a
Dios lo han sacado de sus vidas para exponerse a un juicio de severas
condiciones.
Los cristianos estamos
viviendo en medio de un contexto profetizado por nuestro Señor Jesucristo, en
el cual la maldad habría de llegar a su máxima expresión.
Estamos viviendo en los
tiempos previos a los juicios que se derramarán sobre el mundo.
Vean la insistencia de Dios:
“Por eso
pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y
lloro y lamento.
Rasgad
vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios;
porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en
misericordia, y que se duele del castigo.”
Joel 2:12-13
Dios le está dando
tiempo al mundo para que se arrepienta, y nuestro deber como cristianos es
insistir por todos los medios al arrepentimiento.
El mundo no mejorará si no hay arrepentimiento por parte de sus
habitantes. Es imposible
que Dios respalde la maldad. ¡Entiéndase
bien!
Es urgente que los
cristianos tomemos conciencia de esto y nos pongamos bajo las órdenes
incondicionales de Dios para iluminar el mundo. ¡Es urgente y necesario!
Dios nos ha llamado a
buscar a las ovejas perdidas que habitan sobre la tierra. Oremos también para
que ponga mucha compasión hacia
ellas, sabiduría para saber proceder
y valor para enfrentarnos a todo
tipo de oposición.
SI VIVES, ES POR ALGO...
José Alfredo Liévano
Twitter. @JAlfredoLievano
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