miércoles, 11 de marzo de 2015

QUE TU CORAZÓN REBOSE DE DIOS.

Es necesario saturar el alma con el contenido de la Palabra de Dios; por eso es importante invertir un tiempo específico para leerla, estudiarla y reflexionarla en un clima de oración. Se trata de una acción diaria y espontanea que debe nacer desde lo más profundo de tu ser; así como el salmista lo expresó.

“Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
en tierra seca y árida donde no hay aguas”
Salmo 63:1

No existe otro anhelo más intenso que el de buscar a Dios de madrugada. Las horas del descanso nocturno se tornan impacientes para tener ese tiempo valioso en el que recibes esas palabras que sobrepasan todos los tesoros y placeres que existen sobre la tierra. Palabras más deseables que el oro y más dulces que miel, así como  dice el Salmo 19. “Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Salmo 19:10)

Si no tienes ese anhelo por saturarte de la Palabra de Dios, pídele en oración que te lo ponga; que sea su Espíritu quien produzca esa inquietud constante para deleitarte en ella. Estoy seguro que te lo concederá. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14) Dios pondrá en ti ese anhelo intenso y espontaneo para leer, estudiar y reflexionar en su Palabra  como prioridad fundamental en tu vida. Lo verás como una necesidad y no como una obligación. Las horas que emplees para ello se harán tan cortas, que cada vez sentirás la necesidad de buscar más tiempo para ello; pero comienza a orar por ello ahora.

Lógicamente que a mayor exposición a la Palabra de Dios, mayores y evidentes serán los resultados que se produzcan en tu interior. Veamos algunos:


CONVICCIÓN.
Adquirirás la firme certeza que todo su contenido es veraz.


ADORACIÓN.
Brotará dentro de ti el deseo espontaneo de adorar a Dios por lo que él es y alabarle por todo cuanto ha hecho en tu vida.


SABIDURÍA.
Sabrás como aplicarla en cada circunstancia que la vida te presente.


PAZ.
Se trata de aquella paz inalterable que no está condicionada a las circunstancias. Nada te perturbará.


GOZO.
Recibirás consuelo. La tristeza de tu corazón huirá, porque tu esperanza estará arraigada en sus fieles promesas.


OBEDIENCIA.
Sentirás el deseo espontaneo de poner en práctica todos los lineamientos que Dios te indique por muy difíciles que parezcan.


DESEOS DE TRANSMITIRLA.
Sentirás la necesidad de compartirla en todo momento y por todos los medios posibles a tu alcance.


CONFIANZA.
Porque sabes que Dios jamás te defraudará aun en los momentos de mayor oscuridad.


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Te he mostrado algunos de los resultados eficaces que se experimentan al tener este tiempo valioso e insustituible con Dios. Deseo que lo aproveches.
Verás la diferencia entre lo que es saber la Palabra de Dios y lo que es experimentarla desde lo más profundo del corazón. Será entonces cuando podrás exclamar genuinamente:

“Rebosa mi corazón palabra buena”
(Salmo 45:1)
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QUE TU CORAZÓN REBOSE DE DIOS.


TWITTER.
@JAlfredoLievano


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