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Los cristianos estamos inmersos en
medio de tiempos difíciles y peligrosos en los que la maldad, la vanidad y el
placer desenfrenado ya alcanzaron proporciones enormes; es por eso, que debemos
exponernos al mensaje de la Palabra de Dios para adquirir convicciones firmes y
así, transmitirla espontáneamente en el lugar donde nos ha colocado. El Salmo
119 nos dice: “La
exposición de tus palabras ALUMBRA, hace entender a los simples”. (Salmo 119:130). Que la acción de la Palabra de Dios ilumine
nuestra mente oscura. “Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro” (Salmo 4:6). Necesitamos la
acción de la LUZ sobrenatural de Dios sobre nuestras mentes.
No es en vano que Dios nos haya
entrenado para estos tiempos críticos que vienen. Es necesario que nuestras
palabras y acciones reflejen a Cristo aunque por ello enfrentemos burlas y
rechazo; de ahí que es importante tomar en cuenta la recomendación que nos hace el apóstol Pablo: “No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Nuestra vida en su totalidad
necesita estar amoldada a la Palabra de Dios y no de acuerdo a los criterios
que la mayoría nos quiere imponer. Urge que procedamos de esa manera. Preguntémonos:
¿Somos como el río que refleja el cielo
durante todo su recorrido? De igual manera, durante el recorrido por este
mundo, es nuestro deber iluminar con la LUZ de Cristo. “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en
casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Así como el río surca la tierra espontáneamente
para hacerla reverdecer, así nosotros, surcamos los caminos mundo. Esa es
la razón de nuestra existencia sobre la tierra, no hay otra.
Necesitamos ver más allá de las 4
paredes oscuras y vacías que nos rodean.
Es tiempo de “proyectarnos más allá”...
es tiempo de salir de nuestras cisternas... es
tiempo de fluir como ríos que reflejen el cielo en la tierra...
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