Desde el
momento que creíste de corazón en el mensaje del Evangelio, tu identidad
cambió, te convertiste en hijo (a) de Dios. Eres de su propiedad exclusiva.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de
sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Juan 1:12-13
El
Espíritu Santo comenzó a morar en tu interior de manera permanente para llevar
a cabo un proceso transformador de vida y garantizarte la vida eterna junto a
Cristo.
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad,
el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados
con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”
Efesios 1:13-14
La presencia
permanente del Espíritu Santo en tu interior es la garantía que no te echarás a
perder ni en esta vida, ni en la que viene.
“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”
Filipenses 1:6
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@JAlfredoLievano
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