Dios nos ha
creado para él. “Somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:10). Desde toda la eternidad diseñó nuestra misión terrenal,
no se trata de algo improvisado.
Dios nos ha incluido
en sus planes eternos; nos ha creado para que reflejemos la vida de Cristo durante
nuestro peregrinar sobre la tierra. Somos parte de sus “luminarias” escogidas
por Gracia. “Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos” (Mateo 5:14-16).
De eso se trata el propósito de nuestra existencia...
¡Vivir para Dios! No hay otra razón por
la que vivimos. Estemos donde estemos, en medio de la actividad que desarrollamos,
nuestra misión es proyectar un estilo de vida amoldado al de Cristo; no existe
otro propósito más importante que ese. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6).
¡Gran
Privilegio!
¡Gran
Responsabilidad!
“No me elegisteis vosotros a mí, sino
que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y
vuestro fruto permanezca”
Juan 15:16
Oremos para que
el Espíritu Santo nos capacite para desarrollar con su PODER sobrenatural la
obra que preparó para cada uno de nosotros en el lugar donde él nos puso.
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José Alfredo Liévano.
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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