miércoles, 12 de octubre de 2016

PRONTO VERAS LO PROMETIDO... ¡Pronto!


Por medio de las diversas circunstancias vividas recientemente descubriste tu incapacidad para enfrentarlas con tus fuerzas y recursos; entendiste que solo Dios te puede ayudar...     ¡Nadie más!
Puedes decir ahora con absoluta confianza: “Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra” (Salmo 121:1-2).  



Por lo tanto...

No le temas a las amenazas que en todo momento te acosan y desesperan. Dios te ha prometido que él se encargará de tus angustiadores; ellos están bajo su control aunque no se percaten. Dios te ha prometido que ninguna “autoridad” terrenal podrá doblegarte ni hundirte.      ¡No temas! ¡No te angusties! Dios demostrará quien es y de lo que es capaz de hacer.


Lee la siguiente historia tomada de la Palabra de Dios (Versión lenguaje sencillo) y responde las preguntas que a continuación encontrarás:

“Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste, y para mostrarlo se rompió la ropa, se puso ropa áspera y se fue al templo. Luego les pidió a Eliaquim, a Sebná y a los sacerdotes más ancianos que fueran a ver al profeta Isaías hijo de Amós. Como ya se ha dicho, Eliaquim era el encargado del palacio, y Sebná era secretario del rey. Todos ellos fueron vestidos con ropa áspera para mostrar su tristeza, y le dijeron al profeta: —El rey Ezequías dice que hoy es un día de luto, de castigo y de vergüenza. Ya hemos perdido las fuerzas; estamos completamente desanimados. Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib lanzó en contra del Dios de Israel, y que lo castigue. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.

Isaías les respondió: —Denle al rey este mensaje de parte de Dios: “No tengas miedo de los insultos de ese soldado. Yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo obligue a regresar a su país, y allí lo matarán”. El oficial asirio se enteró de que Senaquerib, su rey, se había ido de la ciudad de Laquis. Entonces se fue de Jerusalén y encontró a Senaquerib luchando contra Libná. Allí Senaquerib supo que el rey Tirhaca de Etiopía había salido a luchar contra él.

Entonces le mandó de nuevo un mensaje a Ezequías: «Ezequías, rey de Judá: Tú confías en tu Dios, pero no te dejes engañar por él cuando te dice que yo no conquistaré Jerusalén. Como bien sabes, los reyes de Asiria han destruido por completo a cuanto país quisieron. ¡No creas que tú te vas a salvar! Cuando mis antepasados destruyeron a países como Gozán, Harán, Résef, y a la gente de Bet-edén que vivían en Telasar, ni sus dioses pudieron salvarlos. Ni tampoco pudieron los reyes de Hamat, Arpad, Sefarvaim, Ivá y Hená».

Ezequías tomó la carta y la leyó. Luego fue al templo, extendió la carta delante de Dios y oró diciendo: «Dios de Israel, tú tienes tu trono sobre los querubines. Tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra. ¡Préstanos atención! Mira lo que nos está sucediendo. Escucha lo que dijo Senaquerib para ofenderte a ti, el Dios de la vida. Es verdad que los reyes de Asiria han destruido a los países y sus territorios, y que han echado a sus dioses al fuego. Pero en realidad esos no eran dioses, sino imágenes de madera y de piedra hechas por manos humanas, y por eso fueron destruidas. Dios nuestro, te rogamos que nos salves del poder de los asirios, para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios».

Después Isaías le mandó este mensaje a Ezequías: «Nuestro Dios, el Dios de Israel, ha escuchado tu oración. Esto es lo que Dios dice de Senaquerib: “A ti, Senaquerib, Jerusalén te desprecia; los israelitas se burlan de ti a tus espaldas. ¿A quién insultaste y ofendiste? ¡Me ofendiste a mí, al Dios santo de Israel! Tú mensaje es un grave insulto para mí. ”Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos a las más altas montañas del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más tupidos. Tu orgullo es haber hecho pozos y haber bebido el agua de otros países. Presumes de que a tu paso los ríos de Egipto se quedaron secos. ”¿Pero acaso no sabes, Senaquerib, que fui yo quien te permitió hacerlo? Desde los tiempos antiguos he planeado lo que ahora sucede. Por eso destruyes ciudades fortificadas y las transformas en un montón de escombros. Por eso dejas sin fuerza a sus habitantes; y los confundes y llenas de miedo. ¡Y se han vuelto como la hierba del campo, como el pasto verde; como la hierba de los tejados que se seca antes de crecer! ”Senaquerib, yo sé todo lo que haces; sé a dónde vas y de dónde vienes. Y sé que te enojaste contra mí. ¡Te enfureciste y te llenaste de orgullo! Pero voy a ponerte un gancho en la nariz, como se les pone a los bueyes, y un freno en la boca, como se les pone a los caballos; ¡voy a hacerte regresar por el camino por donde viniste!”»

Después Isaías continuó diciéndole a Ezequías: «Voy a darte una señal que te hará saber lo que va a pasar: Este año y el próximo, lo único que el pueblo comerá será el trigo que crece por sí solo. Pero en el tercer año ya podrán sembrar y cosechar, plantar viñedos y comer las uvas. »Los habitantes de Judá que aún queden con vida serán como árboles bien firmes que producen mucho fruto. Porque no todos en Jerusalén morirán de hambre, sino que un pequeño grupo quedará con vida. Dios hará esto porque los ama mucho. »Dios quiere que sepas que Senaquerib no entrará a Jerusalén. No disparará ni una sola flecha; no la atacará ni construirá plataformas para subir por sus murallas, tendrá que regresar por donde vino. Dios ha dado su palabra. Dios protegerá esta ciudad, por amor a sí mismo, y por amor a David, quien le fue fiel en todo».

Esa noche, el ángel de Dios fue y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados del ejército asirio, y a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos. Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive. Pero un día, mientras Senaquerib estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer fueron y lo mataron, y luego escaparon a la región de Ararat. En su lugar reinó su hijo Esarhadón.”

Isaías 37


¿Cuál fue la reacción del rey Ezequías ante la amenaza de Senaquerib?...     ¿Hacia dónde se fueron las personas a quienes envió?...     ¿Qué palabras le dirigieron al profeta Isaías?

¿Qué respuesta le da Dios a Isaías para el rey Ezequías?

¿Qué nuevo mensaje le envía Senaquerib al rey Ezequías?...     ¿Qué palabras de desánimo recibe?

¿Qué hace el Rey Ezequías con la carta que Senaquerib le envió?

¿Qué aspectos de la oración de Ezequías llama tu atención?...     ¿Por qué?

¿Qué mensaje recibe el Rey Ezequías después de su oración?

¿Qué palabras le envía Dios a Senaquerib?

¿Qué señal promete Dios enviarle a Ezequías?

¿Qué hizo el ángel contra los soldados asirios?

¿Cómo termina la vida de Senaquerib?

¿Cómo aplicas a tu vida cada una de las preguntas anteriores?



¡Créele a Dios!

Descansa en sus fieles promesas.
Descansa en su poder sobrenatural.
Descansa en su soberanía.
Descansa en su gracia.
Descansa en su misericordia.

¡Pronto verás lo prometido!



Dale gracias a Dios por la nueva oportunidad que ha querido concederte.

Dale gracias a Dios porque te permitirá ser testigo de su poder ilimitado.

Dale gracias a Dios porque te defenderá de todos aquellos que tu mal buscan.

“Yo ampararé esta ciudad para salvarla”
Isaías 37:5








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José Alfredo Liévano.

PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano

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