Dios te conoce...
Sabe
perfectamente cuáles son tus intenciones, deseos y acciones.
No hay nada de
ti que permanezca oculto ante él.
Dios te conoce...
No ignora las
tentaciones que continuamente te asedian y las caídas frecuentes “en el pecado
de siempre”.
¡Lo sabe todo!
Dios te conoce...
Sabe que a
pesar de tu disposición no recaer, nuevamente lo haces.
¡Conoce tu necedad
y debilidad!
Dios te conoce...
No ignora todas
las veces que has perdido el rumbo; y las terribles consecuencias que generas
con tus actos equivocados.
Dios te conoce...
Por eso te recuerda
que necesitas siempre de su gracia, su misericordia y su perdón.
Dios
te conoce...
Por
eso te dice ahora:
“No os unáis en yugo desigual con los
incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y
qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O
qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de
Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios
dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por
lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo
inmundo; y yo os recibiré... Así que,
amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de
carne y de espíritu...”
2 Corintios
6:14-14; 7:1
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José Alfredo Liévano.
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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