Para hablar de la “Vida Eterna”, es necesario saber que su fuente única
es Dios. Él existe en sí mismo desde siempre y para siempre, no le debe su
existencia a otro ser superior a él. “Yo Soy el que Soy” (Éxodo
3:14). Dios “ES” desde
siempre, desde antes que el universo existiera; es su CAUSA primera, su origen,
es el Creador de todo. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Dios es la causa real, viva y eterna de todo
lo que existe; de no ser así, nada existiera. (Nada puede “autocrearse” en sí
mismo).
Dios es tu fuente.
Tú existes porque
él existe.
Tú vives porque él
vive.
El Dios eterno y creador de todo lo que existe, no quiso quedarse
callado, sino que tomó la iniciativa para darse a conocer a las personas que
había creado a su imagen y semejanza. Además
de darse a conocer por medio de las
maravillas de la creación (Ver Romanos 1: 19-20), quiso tomar forma visible en
la persona de Jesucristo. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en
el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18)...
“Yo y el
Padre uno somos” (Juan 10:30).
El propósito de Dios y su intenso deseo, es que tú vivas en unión con él
por toda la eternidad por medio de Jesucristo. “Padre, aquellos que me has dado, quiero que
donde estoy, también estén conmigo, para que vean mi Gloria” (Juan 17:24). Dios quiere hacerte partícipe de su Vida
Eterna. “No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy pues a
preparar lugar para vosotros” (Juan
14:1-2).
Dios es tu única garantía temporal y eterna. Es la única razón de tu
existencia, no hay ninguna otra que la justifique. “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera
de ti nada deseo en la tierra” (Salmo
73:25).
Es hacia él donde han de estar enfocados tus deseos y prioridades.
“Mi carne y mi
corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para
siempre” (Salmo 73:26).
¿En qué consiste la
Vida Eterna?
La respuesta a esta pregunta la da nuestro Señor Jesucristo al afirmar
lo siguiente: “Y
esta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y a
Jesucristo a quien has enviado” (Juan
17:3). Al hablar de “conocimiento”,
no hace referencia a lo intelectual, sino que se trata de una experiencia
sobrenatural como resultado de un encuentro personal con él; se trata de un
conocimiento espiritual que rebasa “los cercos” del razonamiento lógico, un
conocimiento que rebasa las dimensiones del tiempo y del espacio; se trata de un
conocimiento trascendente. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente” (1
Corintios 2:14). Imposible
imaginar cómo será la vida eterna viendo y conociendo a Dios cara a cara; pero
sí tenemos la certeza que así será aunque no entendamos ahora. “Amados, ahora
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero
sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal y como es” (1 Juan 3:2).
Mientras vivas en
la tierra.
Mientras vivas “aquí” es necesario que vivas de acuerdo a los
lineamientos específicos que te ha revelado en su Palabra. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed Santos, porque yo soy Santo” (1 Pedro 1:14-16).
“Amados,
yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos
carnales que batallan contra el alma” (1
Pedro 2:11). Ten mucho
cuidado con enfocarte en los espejismos terrenales... ¡Son temporales! “Porque todo lo hay en el mundo, los deseos de
la carne, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:16-17).
Cree hoy estas
palabras...
“Vi un
cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra
pasaron, y el mar ya no existía más...
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el
que estaba sentado en el trono dijo: He
aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”
Apocalipsis 21: 1, 4-5.
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José Alfredo Liévano
PENSEMOS EN DIOS
@JAlfredoLievano
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