¡Eventos y cambios repentinos!
No estamos
exentos de ellos...
Sean buenos o
malos, siempre llegan cuando menos lo imaginas.
Inicias el día
sin imaginar que al anochecer todo se torna en extremo diferente.
En un segundo todo
puede suceder, en un instante... ¡Sin
aviso previo! La experiencia lo
atestigua...
¡No sabes qué pasará!
¡Como sucederá!
¡En qué lugar!
¡En qué momento!
Obviamente que
ante tales eventos y cambios, todo se “sacuda” hasta sus cimientos; por eso, es
de vital importancia que te prepares…
¡Es inevitable!
¿Cómo reaccionar?
Reflexionando en la Palabra de Dios. En momentos así, no faltarán consejos
incorrectos y desesperados que te llevarían a enfrentar terribles
consecuencias; por eso es importante que sigas el consejo del cielo para enfrentar
con madurez cristiana las situaciones que se te presenten. ¡Siempre recibirás el consejo oportuno!
Viviendo para el propósito por el cual Dios te ha
traído al mundo. Las situaciones
repentinas no deben interrumpir la visión y la misión por la que vives; es
necesario que incrementes tu tiempo de oración para recibir de lo alto mucha
sabiduría, fortaleza y valor.
No tener miedo. Si de algo puedes tener la plena certeza,
es que Dios tiene el control de todos tus eventos. Tu vida siempre se mantiene
envuelta bajo su poder soberano; pase lo que pase... estés donde estés... ¡No
estás a la deriva!
Ten presente lo que Dios te dice...
Y más cuando estos eventos y cambios lleguen.
“No temas, porque
yo estoy contigo...
Siempre te ayudaré”
Isaías 41:10
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José Alfredo Liévano.
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