Sí... ¡Alégrate!
Tu ciudadanía pertenece al
cielo.
¿Acaso lo mereces?
¡No! ¡De ninguna manera!
Entonces...
¿Por qué tu nombre está inscrito en el cielo?
Por haber creído
en la obra redentora de Jesucristo a tu favor.
Pon atención a
los textos bíblicos siguientes...
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Efesios 2:8-9.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados
en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido
ahora la reconciliación”
Romanos 5:8-11
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su
amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en
nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados
por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida
eterna”
Tito 3:4-7
Ahora eres inocente ante Dios porque Cristo ya
pagó en un solo sacrificio por todos tus pecados en la cruz; parece
inconcebible, pero así es. La Biblia es clara al afirmarlo...
“Dios os dio vida juntamente con Jesucristo, perdonándoos todos los
pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”
Colosenses 2:13-14
La pregunta es:
Si Jesucristo ya pagó por tus pecados, y te inscribió en el cielo... ¿Puedes seguir pecando?
¡No!
De ninguna manera...
Veamos lo que escribe
Pablo al respecto:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la
gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él?”
Romanos 6:1-2
Un cristiano
genuino al ser gobernado por el Espíritu Santo, pondrá en su interior el
rechazo espontáneo a toda forma de pecado. El único deseo que habrá en su corazón
será el de vivir de acuerdo a las enseñanzas de Cristo.
Una persona que
peca deliberadamente porque dice que Cristo ya pagó por todos sus pecados,
jamás ha experimentado el nuevo nacimiento. Un verdadero cristiano mostrará espontáneamente frutos de
arrepentimiento.
Sin embargo cabe
recordar que, como seres de carne somos
propensos a seguir sus impulsos y a proceder de acuerdo a ellos. Veamos que más
sigue escribiendo el apóstol Pablo en sus cartas...
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero,
sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que
la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado
que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien;
porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien
que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya
no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el
bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior,
me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela
contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está
en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”
Romanos 7:15-24
La referencia
anterior, en ninguna manera se presenta como pretexto para pecar; sino para que
nos fortalezcamos en Dios y luchemos contra nuestras tendencias pecaminosas.
Un cristiano
genuino, experimentará el deseo intenso de luchar contra sus tentaciones y
tendencias pecaminosas; y la única manera de vencerlas es invirtiendo tiempo
para fortalecerse espiritualmente. He aquí el consejo que nos brinda nuestro
Señor Jesucristo:
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la
verdad está dispuesto, pero la carne es débil”
Mateo 26:41.
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”
Efesios 6:13.
Has comprendido
que de ti NADA bueno puedes hacer o lograr...
Has comprendido que el deseo,
la determinación y la fuerza para agradar a Dios provienen de su Espíritu
obrando en ti... Has comprendido que
todo se lo debes a su Gracia y Misericordia incondicionales...
“Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has
guardado mi palabra, y no has negado mi nombre”
Apocalipsis 3:8
Si...
¡Alégrate!
Tu nombre ya está inscrito en el cielo.
Grandes bendiciones eternas te aguardan.
“Regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos”
Lucas 10:20
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que
le aman”
1 Corintios 2:9
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José Alfredo Liévano.
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