Jesucristo es
la manifestación visible del Dios Eterno; pero en su condición humana, no dejó
de experimentar en sí mismo el dolor, el sufrimiento, la tentación, la
angustia, el rechazo, e incluso una dolorosísima muerte.
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser
igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte
de cruz”
Filipenses 2:1-6
Jesucristo en
su condición humana nos enseña que más allá los “valles oscuros”... más allá de las “destructoras tempestades”... más allá de los “áridos desiertos” hay un
Reino Eterno e inconmovible del cual somos ciudadanos.
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de
donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas
las cosas”
Filipenses 3:20
Jesucristo nos
recuerda constantemente por medio de su Palabra, que mientras vivamos exiliados
en la tierra, no dejaremos de enfrentar intensas y diversas adversidades; pero
que a la vez serán todas temporales...
“Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse”
Romanos 8:18
Por eso...
Que el ruido
de la fuerte y destructora “tormenta” que ahora te azota por todos lados, no te
impida “escuchar” la voz de Dios...
Que la tenebrosa
“oscuridad” que ahora te envuelve no te impida “ver” la realidad de Dios...
Que la aridez
del intenso “desierto” por el que transitas, no te impida experimentar el gozo
y la paz que solo la presencia de Dios puede producir en tu interior...
Nuestro Señor
Jesucristo también pasó por fuertes y destructoras tormentas, experimentó la
oscuridad en su dolorosa crucifixión y se enfrentó con la soledad del
desierto... ¡Él sabe lo que se
siente! ¡Conoce el “sabor” de las
lágrimas! ¡Se solidariza contigo!
DIOS SABE COMO TE SIENTES AHORA.
¡Tiene cuidado
de ti!
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para
que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros”
1 Pedro 5:6-7
Reconoce tu
necesidad delante de Dios... Ya sea
que estés en medio de furiosas “tempestades” (crisis fuera de control)... O que estés en medio de oscuras
circunstancias en las que la incertidumbre, el temor y la desesperación te presionan
de continuo... O que estés en medio
de áridos “desiertos” en los que la soledad, la rutina y la escasez son lo que
predominan...
Dios no te
dejará a la deriva, aunque sientas que todos te abandonaron; cree que al final
la tempestad se calmará, las circunstancias oscuras se iluminarán y el
“desierto” en el que estás florecerá...
¡Aunque todo se haya derrumbado, tu fe y
esperanza se mantendrán vivas!
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria
eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo
os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el
imperio por los siglos de los siglos. Amén”
1 Pedro 5:10-11.
Sigue
cumpliendo fielmente con la misión que Dios te ha encomendado sobre la tierra,
aunque la adversidad te llueva desde todas partes... ¡Él ha prometido no dejarte a la deriva!
¡Nada será en vano!
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro
trabajo en el Señor no es en vano”
1 Corintios 15:58
Que las
adversidades no te hagan perder la noción de la realidad del Dios Eterno y
Todopoderoso que te envuelve constantemente con su presencia...
Que las adversidades
no te hagan perder la noción de tu estancia temporal en esta tierra y de tu
destino eterno en las moradas celestiales...
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO TAMBIEN
ENFRENTO ADVERSIDADES…
¡Pero al final salió vencedor!
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro”
Romanos 8:31-39
---------------.
José Alfredo
Liévano.
MINISTERIO
PENSEMOS EN DIOS.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra!
“Porque así nos ha mandado el Señor,
diciendo: Te he puesto para luz de todas las gentes, a fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra”
Hechos 13:47.
Usa tus redes
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